Antes de pasar de nuevo a la pluma, voy a compartir esta imagen de un visón americano (Neovison vison) a colación de los comentarios que surgieron en mi imagen del conejo sobre si ese lagomorfo representa una plaga o no en nuestro país.
Obviamente no soy un experto en el tema, y no puedo valorar si el conejo lo es puntualmente o no, ya que "plaga" me parece una palabra muy fuerte. Pero sí hay algunas cuestiones que son obvias en este tema. El hombre de la calle utiliza con demasiada libertad ese término cuando existe un ser vivo que le afecta negativamente en su economía, lo cual es un criterio muy poco objetivo. El científico, por el contrario, tiene una visión mucho más amplia y racional de lo que se puede considerar plaga y lo que no, abarcando las afecciones negativas que unos seres vivos pueden provocar en los ecosistemas, ya sean humanizados o silvestres. Así pues, deberá ser la comunidad científica la que apueste por utilizar ese término o descartarlo, y no la gente afectada directamente, que por parcial no puede ser objetiva.
Tildar con tanta soltura de "plaga" a cualquier animal que afecte negativamente a los intereses humanos cuando la responsabilidad del desequilibrio en los ecosistemas es solamente nuestra, me parece, como mínimo, un poco cínico. Pero es que generalizar este término puede implicar reacciones desafortunadas contra la especie en cuestión y, por lo pronto, una apreciación negativa de la misma por parte de la sociedad, que sin duda se puede llegar a traducir en intentos de exterminio. Lo vemos continuamente en los medios de comunicación donde se tacha de plaga al lobo, por ejemplo, lo que representa una aceptación y justificación de su persecución. Las especies cinegéticas son plaga, así que las tengo que cazar. El lobo es plaga, así que lo tengo que cazar. El zorro es plaga, así que me sacrificaré y lo tendré que cazar también. Y el meloncillo, y los topillos, y las palomas, y los estorninos en invierno, y los cormoranes, y ... todo ser viviente nos molesta.
Lo que no presenta mucha duda, es la idoneidad de utilizar esta terminología con las especies invasoras que dañan los ecosistemas (sin hacer distinción de si son humanizados o naturales). Ejemplos tenemos muchos, y en un mundo globalizado como el que ha construido el ser humano, esto será algo con lo que tendremos que convivir en adelante; es un proceso irreversible. Mejillón cebra, cotorras de Kramer y argentina, cangrejos americanos, tortugas de florida, siluros, alburnos, gambusias, mosquito tigre, ranas toro, mapaches, coimpús, codornices japonesas, ... así hasta una eternidad. Algunas más perjudiciales que otras. Un ejemplo clásico de especie dañina para los ecosistemas fluviales lo representa en España, buena parte de Eurasia y en la Patagonia argentino-chilena el ya mencionado visón americano. Este mustélido sí puede ser considerado de verdadera plaga fuera de sus áreas autóctonas de distribución, por su adaptabilidad al medio, su éxito reproductivo y su amplio espectro alimenticio, lo que le permite no solo competir y expulsar a otros mustélidos (como el caso del visón europeo) o pequeños depredadores de aquellos lugares donde se establece, sino además causar radicales descensos poblacionales de las especies sobre las que depreda, como puede ser en España la, otrora muy común, gallineta ciega o polla de agua (Gallinula chloropus). En nuestro país impacta con diferente suerte sobre medio centenar de especies autóctonas.
En la imagen, un visón americano corretea curioso por un embarcadero fluvial de mi ciudad. Al ruido de nuestras pisadas aparece y desaparece su cabezita por el entarimado de madera, y se acerca hasta nuestros pies para ver qué se cuece por allí. Le llama la atención mi objetivo, situado a unos 40 cms del suelo -ya que estaba realizando fotos de los azulones que viven en la zona- y se acerca a él olisqueando el gran agujero del parasol. No nos tiene miedo. Es un comportamiento que ya he comprobado en otras oportunidades en las que los he tenido junto a mis pies, como si de un gato doméstico se tratara. El precioso animal, termina desapareciendo bajo las tablas del embarcadero. Su detectabilidad es sencilla si buscamos sus heces repartidas por las orillas de los ríos, con restos de otra plaga invasora, el cangrejo americano, igual de dañino para el ecosistema que el propio visón. Más pequeños que los de la nutria, no nos será difícil ver sus pequeños y disgregables excrementos en aquellos puntos abiertos entre la vegetación de ribera por los pescadores. Yo he llegado a ver uno subido en un árbol dentro de un parque de mi ciudad hostigado por los jardineros municipales, a más de medio kilómetro de distancia de la orilla del río, y es que, como todos los mustélidos, se caracteriza por una gran curiosidad, lo que los hace alejarse a veces mucho de la cursos de agua donde tienen su hábitat habitual e investigando saltar a otras cuencas hidrográficas. En su adaptabilidad radica su rápida expansión, y el grave peligro que representa.
Saludos a todos.