El general y político salvadoreño nació el 29 de octubre de 1878, en el pueblo de San Matías, Jurisdicción de San Juan Opico, en el departamento de La Libertad. Sus padres fueron el agricultor guatemalteco Raimundo Hernández y la señora Petrona Martínez, de nacionalidad salvadoreña. Ambos eran de origen nahuat.
Se decía que el señor Raimundo Hernández era un coronel emigrado de Guatemala desde la caída del Presidente Vicente Cerna, habiéndose empleado como mayordomo en una propiedad agrícola. Poco después de regresar de la emigración a su tierra natal, se llevo a ese país al joven Maximiliano, dedicándolo al estudio, y fue allá donde este obtuvo su titulo de bachiller, luego ingreso como cadete a la Escuela Politécnica de Guatemala.
Casi terminando sus estudios, antes de la obtención del grado de Sub teniente, sobrevino un penoso suceso que le impidió a este obtener su ascenso a oficial. A finales del siglo XIX, específicamente en 1899, estuvieron a punto de romperse las relaciones entre Guatemala y El Salvador, por el antagonismo de sus gobernantes, el abogado Manuel Estrada Cabrera (1857-1924) y el general Tomas Regalado (1861-1906) respectivamente, los que eran casi enemigos personales. Según algunas fuentes, esto motivo a que el joven Maximiliano no pudiera graduarse de la Escuela Politécnica, sin embargo otras aseguran que si termino sus estudios en dicha escuela, obteniendo el grado de subteniente.
Sea como fuere, a su llegada a El Salvador, se presento ante el presidente Tomas Regalado, quien ordeno al coronel francés Julio Bias, director de la Escuela Politécnica Militar, de dar la plaza de guarda almacén al subteniente Maximiliano Hernández Martínez. En su hoja de servicio aparecen las siguientes fechas de ascensos: subteniente el 14 de septiembre de 1900, teniente el 17 de noviembre de 1903, capitán el 13 de junio de 1906, capitán mayor el 23 de agosto de 1906, teniente coronel el 8 de mayo de 1909, coronel el 12 de junio de 1914 y general de brigada el 27 de junio de 1919.
Durante esos 19 años en que alcanzo el generalato, se destaca lo siguiente: en sus primeros 7 años se desempeño como guarda almacén, estudiante, instructor y profesor de la Escuela Politécnica Militar, primero bajo el mando del coronel Bias, y después de los directores de la misión chilena, capitán Juan Bennett Argandoña y teniente Carlos Ibáñez del Campo, años después presidente de Chile.
El año 1906 participo en la campaña de Guatemala, bajo las órdenes del general Félix Rodolfo Cristales, siendo comandante de la compañía de cadetes. En el año 1907 también participo en la guerra de Namacigüe, en expedición hasta el oriente de Choluteca en Honduras, a las ordenes del general José Dolores Preza. En el mismo año comando parte de las fuerzas leales enviadas a Sonsonate, logrando recuperar esa plaza que había sido tomada por invasores nicaragüenses, liderados por los generales facciosos Prudencio Alfaro y Manuel Rivas. Es de observar que los grados de capitán y mayor los obtuvo Hernández Martínez en 1906, lo que demuestra un ascenso por destacados servicios.
Luego de estos acontecimientos, se dice que Maximiliano Hernández Martínez efectuó estudios universitarios, cursando la carrera de derecho durante 4 años, no habiendo coronado esta por motivos desconocidos.
Ideológicamente el general Hernández Martínez fue educado en el materialismo, en su primera juventud. Su bachillerato en Guatemala tenía como materia obligatoria la Filosofía Positiva de Augusto Comte. En la época de principios del siglo XX se puso de moda la Teosofía y la Filosofía Oriental, y el general se vio atraído por estas, afiliándose a las logias esotéricas y empapándose en las lecturas de Blavatsky, Ramacharaka, Annie Besant, etc. por muchos años fue un iniciado, para luego convertirse en hermano y finalmente en maestro.
Mientras tanto no descuidaba lo militar, sino al contrario, ya que soplaban aires belicosos de viejas rivalidades y se presentía la Primera Guerra Mundial. Hernández Martínez como muchos estudiosos militares, consultaba autores alemanes y franceses, principalmente Clausewitz, York von Wurtenburg y von der Goltz, así como a Camon, Foch y Culman. El general llego a publicar una obra de estrategia llamada “Nociones sobre la conducción de la Guerra”
Entre la época como alumno en la Escuela Politécnica y la Presidencia, el general Hernández Martínez desempeño importantes cargos como la comandancia departamental de Sonsonate, la del regimiento de ametralladoras, la dirección de la Escuela de Cabos y Sargentos, profesor en la Escuela Politécnica Militar de El Salvador, Inspector General del Ejercito, etc.
Por esta época inicio sus relaciones con doña Concha Monteagudo, hija del patriota cubano Monteagudo, con quien se caso a fines del año 1930 y con quien tuvo ocho hijos: Alberto, Carmen, Esperanza, Marina, Eduardo, Rosa, Gloria y Maximiliano.
En 1922, ya con el grado de general, quien es mas familiarmente conocido como general Martínez, obtuvo el mando de las tropas que se destacaron a la frontera norte con Honduras, con motivo de las intentonas de invasión de emigrados partidarios de don Arturo Araujo, por la zona de Arcatao. Para entonces tenia ya cimentada su fama de hombre bien preparado. Oficiaba como conferencista en múltiples círculos y tenia, un carisma de líder para muchos militares y civiles. Se formaron grupos de amigos y entusiastas del general, y lo seguían para escucharlo. Fue durante la administración del doctor Pio Romero Bosque cuando el general comenzó a ganar adeptos con fines electorales y su propaganda aparentaba divulgar las bondades del teosofismo.
En cuanto a su semblanza personal, podemos mencionar que el general Hernández Martínez era un hombre de mediana estatura, delgado y muy caído de hombros y aunque parecía tener muy poco peso, era sano y fuerte. Montaba bien a caballo cuando pasaba ya de los 60 años y fue trabajador persistente. Era de color moreno, ojos de aspecto un tanto asiático, oscuros, muy vivos y chispeantes, siempre rasurado de barba y bigote, cabello negro muy corto y que tardo en encanecer.
Muy dado a madrugar, leía incansablemente toda clase de asuntos, temas de trabajo y periódicos, además de las referidas lecturas de filosofía oriental, obras de derecho y materias militares, estudiaba también sobre cooperativismo y técnicas agrícolas. Uno de sus libros de cabecera era el Kibalyon, atribuido a Hermes Trismegisto.
Se le conocía como el “brujo de San Matías” o el “mago de las aguas azules” y efectivamente cuentan que fue practicante de la magia y brujería. Creía en el desdoblamiento del cuerpo astral, en la ley del karma, la transmigración de las almas, la evolución a través de vidas sucesivas, etc. compartiendo muchas de las creencias del budismo. Como buen teosofista no comía carne, se alimentaba a base de maíz, frijoles y verduras y tampoco ingería licores ni cerveza. Practicaba el yoguismo y la respiración profunda, en la madrugada, para aspirar “prana” (aire inspirado en el hinduismo). Afirmaba hablar con los difuntos y era experto en localizar nacimientos de agua valiéndose de la varilla de los zahories. Le encantaba curar enfermos con sus aguas de colores, principalmente aguas azules (estas eran agua puesta al sol en botellas de vidrio de diferentes colores, que según el adquirían propiedades curativas) usando también pases magnéticos, cinturones de cobre, etc.
A Jesucristo lo consideraba un espíritu superior comparable a Moisés, Buda, Krishna, etc. y aceptaba el catolicismo como buena religión y como buen político mantuvo relaciones amistosas con el clero.
EL GENERAL HERNÁNDEZ MARTÍNEZ COMO VICEPRESIDENTE DE EL SALVADOR.
En 1930, ultimo para terminar el periodo presidencial del doctor Pio Romero Bosque, de acuerdo con la ley, se convoco a elecciones. En esa época no existían aun los partidos políticos permanentes y los pretendientes a la presidencia lanzaban individualmente su candidatura. Estos candidatos organizaban las directivas de su partido e iniciaban su campaña para efectuar el proselitismo respectivo, las promesas estaban insertadas en el programa ideológico que incluía el ofrecimiento a la población de ventajas y libertadas que rara vez se les cumplía. Nunca se elevo el nivel de vida del pueblo, que había vivido en una especie de semi feudalismo. Las campañas eran costosas y se invertían fuertes sumas de dinero en publicaciones, anuncios en los periódicos, banquetes, fiestas, viajes de propaganda, etc.
El general aprovechando la libertad electoral que categóricamente ofreció Romero Bosque, dispuso presentarse a la contienda electoral, lanzando su candidatura, lo mismo que los políticos Alberto Gómez Zarate, Enrique Córdova, Miguel Tomas Molina, Arturo Araujo y Antonio Claramount Lucero.
Gómez Zarate contaba con la masa del pueblo gobiernista, Córdova con la crema del oficialismo anterior, Molina con lo mejor de la oposición antigua, Claramount con los obreros capitalinos, Araujo que era un filántropo, activista rebelde y rico, tenia a un grupo de socialistas y la campaña que le hacia el ilustre pensador Alberto Masferrer, esta campaña se llevo a cabo en una situación difícil para el país, pues se vivían los comienzos de la crisis económica mundial de 1929-1932.
A finales de 1930 y principios de 1931, el general Hernández Martínez no contaba más que con sus amigos de las logias esotéricas y algunos compañeros militares y alumnos. No tenia al causar baja, por solicitarla, ni sueldo ni casa propia, por lo que un grupo secreto “los cien amigos de Martínez” le reunían mensualmente unos 500 colones y tal dinero era invertido en el sostenimiento de la familia del general. Conocida tal precaria situación, los políticos se burlaban de él, aduciendo que era un pobre chiflado metido en política.
La propaganda en los departamentos fue un fracaso logrando que tan solo 18 personas lo apoyaran en Ahuachapán. Pero no desmayo como sucedió con otros candidatos minoritarios, que se retiraron de la lucha. Por razones económicas, de propaganda y por la popularidad de Arturo Araujo, el plan del general cambio, debiendo considerar la coalición de sus pocos partidarios (se menciona unos 4000) con el laborismo. No se sabe como logro ser postulado en la planilla laborista como candidato a vicepresidente de la Republica y que también Araujo le ofreciera el futuro Ministerio de Guerra y Marina al compañero de formula.
La campaña araujista fue como un huracán, las masas proletarias, reforzadas por sindicatos y estudiantes universitarios acuerparon al laborismo. La bandera de la reforma agraria atrajo a miles de colonos y campesinos de occidente y muchos partidarios de los candidatos retirados apoyaron las filas de Araujo, así como también la nueva agrupación llamada Partido Proletario Salvadoreño dirigida por el activo líder Luis Felipe Recinos.
Por gran mayoría de votos el
partido laborista gano las elecciones, y como consecuencia fueron designados los supremos cargos de Presidente y Vicepresidente de El Salvador los ciudadanos Arturo Araujo y Maximiliano Hernández Martínez para el periodo 1931-1935.