Museo Judío Berlín
Daniel Libeskind (arquitecto) 1993-1999
La idea principal que pretende transmitir el edificio es el vacío dejado por los judíos berlineses desaparecidos durante el Holocausto nazi. Muestra la historia de los judíos que viven y vivieron en Alemania durante los últimos dos mil años. Se sitúa en el barrio de Kreuzberg
El concurso de ideas para el Museo Judío de Berlín se celebra en 1989, poco antes de la caída del Muro. La propuesta de Libeskind se puede resumir en la expresión “El vacío y la ausencia”. La sensación de vacío es la generatriz del proyecto. Antes de definirse su contenido se abre al público, convirtiéndose en uno de los primeros museos de la historia que se abre para mostrar solo la arquitectura. La planta del edificio parte de una línea quebrada con forma de rayo -irregular estrella de David deconstruida, en alusión a la ruptura que supuso el Holocausto para todo el pueblo hebreo-, que puede continuarse en cualquier dirección. Una línea recta interrumpida en algunas zonas, oculta en la planta del museo, atraviesa todo el edificio y sirve para articularlo.
El edificio tiene una planta subterránea y cuatro sobre la rasante. Estas últimas son iguales entre sí salvo la superior, que alberga oficinas. El acceso principal se realiza desde el interior del edificio primitivo, el antiguo Collegienhaus del siglo XVIII, mediante la bajada por unas escaleras con escalones oblicuos poco iluminados, de forma que, intencionadamente, transitar por ellos es complicado. Esta bajada conduce al sótano del edificio, compuesto por salas cerradas al público y tres pasillos rectos, con su suelo inclinado, que se cruzan formando ángulos oblicuos, de manera que la orientación por ellos se complica. La iluminación recta y continua del techo, pintado de negro, ayuda a la orientación. Uno de estos pasillos conduce a la "Torre del Holocausto", otro al "Jardín del Exilio" y el tercero a unas largas escaleras ascendentes que comunican con las plantas del museo.
La "Torre del Holocausto", de planta romboidal y fachadas de hormigón visto, presenta un único hueco vertical colocado en la parte superior. El "Jardín del Exilio" “Josef Hoffmann” está formado por 49 pilastras prismáticas dispuestas en cuadrícula de 7x7, de hormigón, huecas y rellenas con tierra de Berlín -salvo el central, que lo es con tierra de Jerusalén)- y coronados con vegetación. El suelo se inclina siguiendo una diagonal.
La escalera que comunica todas las plantas es recta y se apoya sobre una de las fachadas, el acceso a cada una de las plantas del museo, salvo a la última, se realiza cada dos descansillos. Y sobre ella aparecen algunas vigas de arriostramiento que se muestran con direcciones caprichosas y apariencia deconstrutivista. En el interior del edificio hay espacios vacíos y un gran patio cubierto, y las plantas se conforman mediante la línea recta que atraviesa las tres primeras plantas. Este “pasillo” es atravesado por pasarelas que conectan las diferentes salas del museo, definidas por las fachadas y por el “pasillo” recto. Los pasos presentan un pavimento distinto del de las salas y un techo más bajo pintado de negro.
Los ángulos que forma el edificio hacen que los pasos sean oblicuos respecto a las salas, de manera que la percepción se hace complicada. Las ventanas tienen direcciones y formas, generalmente alargadas, sin ningún orden visible. Los diseños exteriores e interiores de las ventanas no tienen concordancia exacta, así, de los 1005 huecos de fachada, solo cinco coinciden completamente, lo que le permite una curiosa iluminación natural. A los huecos, Libeskind los llama “el alfabeto del museo”. Las fachadas son de hormigón con un recubrimiento exterior de chapa metálica constituida por paneles de cinc y titanio, colocados diagonalmente, que no concuerdan con los forjados, dando la sensación de que las fachadas están inclinadas.
En 2007 se realiza una pequeña ampliación del edificio original y se cubre su patio abierto a la fachada posterior. El proyecto de Libeskind, bajo la dirección del l arquitecto Matthias Reese, coloca la techumbre sobre unos pilares que asemejan árboles, inspirados en la "Sukkah", la cabaña que los judíos armaban durante su estancia en el desierto en la época bíblica. El nuevo recinto de cristal, se encaja entre las paredes del edificio antiguo y sirve para acoger eventos temporales.