Arribes, también denominado Arribes del Duero, es una comarca natural española, situada en la comunidad autónoma de Castilla y León, que se extiende por el noroeste de la provincia de Salamanca y el sudoeste de la provincia de Zamora, junto a la frontera portuguesa.
Arribes, arribas y arribanzos son vocablos leoneses utilizados para denominar la profunda y prolongada garganta fluvial del río Duero en su tramo internacional con Portugal y de sus afluentes los ríos Águeda, Esla, Huebra, Tormes y Uces. Esta geomorfología se caracteriza por una zona de depresión o de altitud más baja y otra de penillanura o de altitud más elevada, siendo los arribes el conjunto de ambas zonas, que se sitúan a orillas de estos ríos.
Su territorio es un espacio natural protegido para preservar el nivel de conservación de sus ecosistemas naturales y valores paisajísticos en armonía con los usos, derechos y aprovechamientos tradicionales y con la realización de actividades educativas, científicas, culturales, recreativas, turísticas o socioeconómicas compatibles. La Junta de Castilla y León incorporó este territorio a su red de parques naturales el 11 de abril de 2002. El Gobierno portugués hizo lo mismo con su parte algo antes, el 11 de mayo de 1998, bajo el nombre de parque natural del Duero Internacional. Está catalogado también, casi con la misma extensión, como Zona de Especial protección para las Aves (ZEPA), con 108 054,01 ha, y Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), con 106 178.29 ha, del proyecto europeo Red Natura 2000. Además, el 9 de junio de 2015, los dos parques son declarados reserva de la biosfera transfronteriza por la Unesco bajo la denominación de Meseta Ibérica, junto a otras zonas protegidas españolas y portuguesas, destacando el parque natural Lago de Sanabria y sierras Segundera y de Porto en territorio español y el parque natural de Montesinho en la parte lusa, así como distintos espacios de la Red Natura 2000.
Los grandes desniveles de su orografía, el alto caudal del Duero y los numerosos ríos que en él desembocan, convierten a esta zona en uno de los puntos de mayor potencial hidroeléctrico de la península ibérica. Por ello, los gobiernos de España y Portugal firmaron en 1927 un acuerdo para regular el reparto del aprovechamiento del Duero internacional en dos sectores, a raíz del cual se fueron construyendo una red de presas y embalses, hoy conocidos como Saltos del Duero.
La profunda hendidura abierta por el encajonamiento del Duero y sus afluentes suaviza el régimen térmico hasta el punto de permitir el desarrollo de una inusual vegetación termófila y de cultivos típicamente mediterráneos en bancales. Esta singular configuración geomorfológica introduce notables modificaciones en las condiciones climáticas, ya que la garganta del Duero se comporta como un condensador de calor. De tal manera que, mientras en la penillanura imperan unas condiciones climáticas caracterizadas por inviernos largos y muy fríos y veranos cortos y moderadamente cálidos, el escobio fluvial representa un islote de calor que redunda en que los inviernos sean cortos y suaves y los veranos largos y calurosos. Además de la diversidad vegetal, las vertientes más escarpadas se han convertido en un lugar idóneo para el refugio de la fauna salvaje, especialmente para las aves.
Su ubicación fronteriza, alejada de los grandes núcleos de población y con escasas infraestructuras, ha propiciado un continuo proceso de despoblación de sus pueblos aunque también ha permitido la conservación de un amplio patrimonio histórico, cultural y natural, entre el que destacan su paisaje, arquitectura y tradiciones. En los últimos años, con la protección de este territorio, han llegado algunas iniciativas inversoras relacionadas con el turismo y el comercio minorista transfronterizo. Esta circunstancia ha evidenciado que sea necesario preservar y potenciar su hábitat natural, su patrimonio y sus tradiciones socioculturales, principales propulsores de su economía.
Arribes se encuentra situado junto al río Duero, en el tramo del prolongado cañón fluvial que ha originado y que separa España de Portugal bajo el nombre de Duero Internacional. Este territorio comienza aguas abajo de la ciudad de Zamora (652 msnm), donde el Duero abandona los materiales sedimentarios de su cuenca terciaria y se encaja progresivamente sobre las duras y resistentes rocas plutónicas y metamórficas del zócalo paleozoico que sustentan la penillanura zamorano-salmantina. Se extiende de forma longitudinal, para finalizar cuando el Duero se adentra definitivamente en territorio portugués, a la altura de Barca de Alba (125 msnm), dejando a su paso una profunda hendidura abierta, que supera los 400 m de profundidad y que tiene como principal consecuencia el originar laderas resguardadas que suavizan el régimen térmico que ha permitido el desarrollo de una vegetación termófila y cultivos típicamente mediterráneos en bancales.
La demarcación más concreta de esta comarca natural surge recientemente, tras la creación del parque natural de Arribes del Duero, con una demarcación que comprende (total o parcialmente) la superficie de 37 términos municipales:
Vista general del conjunto histórico de Fermoselle desde el mirador de El Torojón. La villa es considerada habitualmente la capital de la zona.
24 pertenecientes a la provincia de Salamanca: Ahigal de los Aceiteros, Aldeadávila de la Ribera, Almendra, Barruecopardo, Bermellar, La Bouza, Cabeza del Caballo, Cerezal de Peñahorcada, La Fregeneda, Hinojosa de Duero, Lumbrales, Masueco, Mieza, La Peña, Pereña de la Ribera, Puerto Seguro, Saldeana, San Felices de los Gallegos, Saucelle, Sobradillo, Trabanca, Villarino de los Aires, Vilvestre y La Zarza de Pumareda.
13 pertenecientes a la provincia de Zamora: Argañín, Fariza, Fermoselle, Fonfría, Gamones, Moral de Sayago, Moralina, Pino del Oro, Torregamones, Villadepera, Villalcampo, Villar del Buey y Villardiegua de la Ribera.
Dentro de estos 37 términos municipales existen otras localidades anejas o pedanías que también forman parte del Parque. Son Badilla, Carbajosa, Castro de Alcañices, Corporario, Cozcurrita, Fuentes de Masueco, Fornillos de Fermoselle, Formariz, Mámoles, Palazuelo de Sayago, Pinilla de Fermoselle, Salto de Aldeadávila, Salto de Castro, Salto de Saucelle, Salto de Villalcampo, Tudera y Zafara. Por el contrario, muchos de los términos municipales del Parque sólo están incluidos parcialmente en su demarcación por lo que a algunos núcleos poblacionales de esos municipios no les afecta la delimitación del parque. Es el caso de Almendra, Barruecopardo, Cabeza del Caballo, Fonfría, Lumbrales, Moral de Sayago y Villar del Buey.
En algunas localidades limítrofes todavía existe interés por pertenecer al Parque, como es el caso de Olmedo de Camaces, Fuenteliante y Bañobárez que en 2004 solicitaron su inclusión. De hecho, estos municipios estuvieron incluidos en el anteproyecto del parque natural pero finalmente fueron excluidos de la demarcación definitiva. Bogajo, Cerralbo, Encinasola de los Comendadores, El Milano, La Redonda, Muga de Sayago y Villasbuenas también se consideraron dentro del parque en un principio.
Geomorfología
Las profundas incisiones de los ríos Duero y Águeda son frontera natural entre España y Portugal, dividen una zona de idénticas características entre ambos países. El Duero y sus afluentes son el elemento común y nexo de unión de todo un territorio que se extiende linealmente a lo largo de más de 120 km.7 El Duero es internacional desde la presa de Castro hasta Barca d'Alva. En este lugar se le une el río Águeda, que es internacional desde esta aldea hasta el lugar donde se le une el río Turones, cerca de La Bouza. La parte española, declarada parque natural de Arribes del Duero, se extiende sobre una superficie de 106 105 hectáreas mientras que la parte portuguesa, declarada parque natural del Duero Internacional, se extiende sobre una superficie de 85.150 hectáreas. Los dos parques suman una superficie de 191.255 hectáreas, lo que convierte a esta zona en una de las áreas protegidas más grandes de Europa.
La Unión Europea también protege la biodiversidad de Arribes a través de la Red Natura 2000, a través de las figuras de zona especial de conservación y zona de especial protección para las aves. La protección se debe a la especial fisonomía de este territorio, caracterizado por la vertebración que sobre él imprime el Duero y sus afluentes, que ha dado lugar a una serie de cañones fluviales, y la existencia de una penillanura colindante de paisaje adehesado, que además es el hábitat y zona de reproducción de aves como la cigüeña negra, el alimoche, la garza real, el milano real y el búho real. La primera de las zonas protegidas es la denominada Cañones del Duero que comprende la ribera del Duero aguas arriba del límite con Portugal, entre la confluencia con el río Esla y la ciudad de Zamora, y que incluye el embalse de Villalcampo. Este espacio protegido limita al oeste con un segundo espacio protegido que se denomina «Arribes del Duero» y que incluye un área ligeramente superior al territorio protegido como parque natural bajo por la Junta de Castilla y León con la misma denoominación. Un tercer área e la denominada «Riberas de los Ríos Huebra y Yeltes» y «Riberas de los Ríos Huebra, Yeltes, Uces y afluentes » que protege un espacio que incluye varios tramos de los ríos Huebra, Yeltes, Uces, Maillo, Morasverdes, Gavilanes y Tenebrilla, así como de los arroyos Zarzoso, Navia de Fiuncia, Zarzosillo, Moresna, Madriega, Vallefrío, Campocerrado y Cilleruelo. Se incluyen además las Lagunas y pastizales asociados de Tenebrón. En total suman unos 240 km lineales de cauces tributarios del río Duero y que por tanto es colindante con el denominado Arribes del Duero. Una cuarta zona es la denominada «Río Águeda» -) y «Riberas del Río Águeda» que está formado por un único tramo del citado río, caracterizado por contar con un cañón fluvial de escarpadas laderas abruptas y cerradas, una zona muy agreste y aislada.1 Por último, está el denominado «Campo de Argañán» que afecta a los términos municipales de La Bouza y Puerto Seguro que destaca por la existencia de un paisaje adehesado con presencia de Quercus ilex sp. rotundifolia de la Región.
La Unesco reconoció en 2015 el nivel de conservación recursos genéticos, especies, ecosistemas y paisajes de Arribes, incluyendo el territorio del parque natural dentro de Meseta Ibérica. Esta reserva de la biosfera transfronteriza incluye además un extenso territorio que también incluye el parque natural Lago de Sanabria y sierras Segundera y de Porto, el parque natural de Montesinho, los Cañones del Duero, las Lagunas de Villafáfila, la Sierra de la Culebra y la Albufera del Azibo y Romeo.
Ecosistemas
La fauna y la flora de este territorio brilla por la gran riqueza y variedad de especies que las componen. La singularidad del clima junto con la peculiaridad de la orografía, favorecen la existencia de un ecosistema natural de singular belleza. Las especies animales y vegetales que lo habitan, constituyen una síntesis de entre las que se pueden encontrar en el clima mediterráneo de los valles y en el clima continental de la penillanura. En esta demarcación habitan unas 200 especies de aves, al menos 45 de mamíferos, 16 de peces, 11 de anfibios y 17 de reptiles.
La diversidad animal es uno de los motivos más importantes por los que Arribes se declaró parque natural. Destaca el elevado número de aves, tanto nidificantes como hibernantes. Los arribes de los ríos, las grandes masas forestales y los numerosos cursos fluviales, constituyen en conjunto, el hábitat perfecto para numerosos animales, especialmente para las aves. En España existen 465 tipos, en Castilla y León 334 y en Arribes al menos 200.
Aves
La cigüeña negra es el ave más emblemática. Los huecos y recodos del arribanzo son el lugar elegido para la nidificación de esta ave que en España está incluida dentro de las especies con posible peligro de extinción. Es por tanto este espacio natural, un punto clave para la conservación de esta especie. En 1995 y 1998, se designaron varias Áreas Críticas para la Conservación de la Cigüeña Negra. Las 20 parejas de cigüeña negra que hay en esta zona, suponen el 8% de la población española y el 25% de la de Castilla y León (datos de febrero de 2005).
Junto con la cigüeña negra, las grandes rapaces constituyen las otras nidificantes más significativas e importantes de Arribes. Entre ellas, la forma del buitre leonado es la más sencilla de reconocer, pues campea a sus anchas por toda el área. En 2005 tenía una población de 550 parejas.8 También destacan y son relativamente fáciles de reconocer las siluetas del alimoche (75 parejas en 2005), el búho real (25 parejas en 1992), el águila real (24 parejas en 2005), el águila perdicera (17 parejas en 2005), el milano real (9 parejas en 2005) y el halcón peregrino (6 parejas en 2005). Menos insólitas, destacan las poblaciones de chova piquirroja (159 parejas en 2005) y cigüeña blanca (115 parejas en 1999).
En 1990 las arribes fueron declaradas Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Las especies protagonistas de este logro son el águila perdicera, el águila real, el alimoche, el búho real, el buitre leonado, la chova piquirroja, la cigüeña negra y el halcón peregrino.
Entrando ya a nombrar el resto de aves, son reseñables aquellas que dependen del resguardo de los arribanzos para criar o simplemente para sobrevivir. La más común es el avión roquero, que a diferencia del de otras zonas, permanece aquí todo el año gracias al microclima. Otras destacables son la chova piquirroja, el cuervo, la golondrina dáurica, la grajilla, el roquero solitario y el vencejo real.
En los bosques donde predominan los robles, se encuentran pequeñas poblaciones de arrendajo, becada, camachuelo común, mirlo común, mito, pico menor, pico picapinos, pito real, torcecuello, trepador azul y zorzal común. En los bosques donde predominan las encinas, son más frecuentes los alcaudones comunes, los alcaudones reales, los agateadores, los críalos y los rabilargos. Otras rapaces forestales con presencia son el águila calzada, el milano negro, el milano real y el ratonero común. Durante la noche son frecuentes el autillo, el búho chico, el cárabo y el chotacabras gris.
En las riberas de los ríos, se puede ver al chorlitejo chico, la focha común, la gallina de agua, la garza real, el martín pescador y el mirlo acuático.
Mamíferos
De las noventa especies de mamíferos existentes en la península Ibérica, al menos cuarenta y cinco se han observado en esta zona. Es destacada la presencia de murciélagos, de los que se calcula la presencia de catorce tipos. En su proliferación ha tenido especial trascendencia el abrigo proporcionado por los roquedales de los acantilados y el especial clima benigno de la zona.
Pasando a enumerar las especies terrestres, reseñar la presencia de ejemplares tan escasos como son el gato montés y el tejón.
Uno de los mamíferos cuya presencia despierta un especial interés, por su escasez y galopante regresión en el continente europeo, es la nutria. La construcción de numerosos embalses fue antaño la principal causa de su casi completa desaparición en el Duero, de la que escasamente se ha ido recuperando con el paso del tiempo.
El lobo sigue presente aunque en menor medida que antaño debido al temor que produce en los ganaderos, ya que de vez en cuando se producen ataques a ovejas y otros animales. Al sur del Duero está protegido por la Unión Europea y se prohíbe completamente su caza para favorecer la recuperación. Hace unos años estaba prácticamente extinto y sólo se avistaba alguna vez que cruzaba desde el norte zamorano o portugués. Otros mamíferos, ya relativamente más abundantes, serían el zorro, jabalí, jineta, conejo, liebre, erizo, comadreja, garduña y lirón careto.
El más significativo de todos los mamíferos que han habitado Arribes, es el endémico lince ibérico. Aunque actualmente se da por extinguido en la zona, algunos expertos afirman que en los valles más tranquilos y de vegetación mejor conservada, aún podrían quedar algunos ejemplares. De hecho, aunque no esté demostrada su supervivencia en estas tierras, en la mayoría de los carteles, folletos y webs de promoción y publicidad de la zona, así como en la propia ley de declaración como parque natural, todavía lo incluyen entre sus especies.
Peces
Boga del Duero tratando de superar un obstáculo en el río.
La actual diversidad de peces es consecuencia directa de la intervención humana pues la mayoría han sido introducidos, no pertenecen al ecosistema original. De las cincuenta y seis especies que habitan las aguas continentales españolas, en las arribes están presentes dieciséis.44 Entre los ejemplares que se encuentran en las aguas de Arribes hay especies autóctonas como el barbo común, boga, colmilleja, la pardilla y calandino, gallego, bermejuela, escallo y especies exóticas como el lucio, carpín, carpa, gobio, tenca, gambusia, percasol, black-bass.
La escasez de esturiones, mucho más abundantes antes de la construcción de las presas por tratarse de una especie anádroma, ha motivado su clasificación como especie en peligro de extinción. La anguila es otra especie migradora (catádroma) y por motivos similares también está catalogada como amenazada en la parte española del Duero. Para garantizar la supervivencia de estas especies, se ha propuesto la necesidad de mejorar las escalas o pasos para peces de nuestras infraestructuras hidráulicas.
Anfibios y reptiles
En comparación con otras zonas del mundo, debido al bajo volumen de precipitaciones y el rigor térmico, las condiciones ambientales del centro peninsular no son las más idóneas para la proliferación de los anfibios. De las veintisiete especies contabilizadas en suelo español, al menos dieciocho están en Castilla y León y once en los arribes, de las que al menos dos son endémicas: tritón ibérico y sapo partero ibérico. Son abundantes el sapo común, sapo corredor, tritón jaspeado, rana de san Antonio y la salamandra común.44
Al contrario que en el caso de los anfibios, Arribes es un hábitat idóneo para la proliferación de reptiles, tanto por clima como por relieve. De los cuarenta y un tipos de anfibios presentes en suelo español y los treinta en suelo castellanoleonés, en las arribes se han contabilizado hasta diecisiete especies. Los más abundantes son el lagarto ocelado, la lagartija colilarga, el bastardo y la culebra escalera. Estos a su vez se han convertido en elementos clave de la alimentación de las rapaces diurnas, por la disminución progresiva de otros animales como conejo y perdiz. Relevante es también la presencia de la salamanquesa común, amparada por la mayor benignidad climática, junto al galápago europeo y el galápago leproso.
Vegetación de Arribes
Paisaje típico de penillanura, en la localidad de Tudera.
La importante diversidad vegetal existente Arribes es consecuencia directa de la peculiaridad geográfica y climática de la zona, y es que el clima mediterráneo presente en los arribes permite por ejemplo cultivar variedades no habituales en la meseta. A finales del siglo XIX se llegó a ver incluso caña de azúcar. Esto es posible debido a que los inviernos son más cortos y por tanto el periodo libre de heladas es más amplio.
Antiguamente la agricultura y la ganadería estaban muy presentes, la superficie dedicada a estas actividades era bastante mayor que hoy en día, y como en muchos sitios, esto acabó con muchos de los bosques que cubrían la práctica totalidad de la península Ibérica. En las arribes y a pesar de esto, todavía se conservan numerosos bosques de gran valor ecológico debido a que la dificultad para cultivar en las pendientes escarpadas, frenó la realización de las faenas del campo en ellas. La mayoría de los bosques de Arribes están compuestos por robles. Coexisten con los de alcornoques, almeces, encinas y enebros. Las extensiones de matorral están formadas por chumberas, jaras, piornos, retamas y tomillos.
De entre los bosques de este espacio natural, destacan el almezal de Mieza, por ser el más extenso de Europa con sus más de 250 ha, y el enebral de la Peña del Águila en Cozcurrita , donde se conserva una subespecie de enebro única en Europa. Otros bosques con notoria importancia ecológica son el alcornocal-enebral del monte Gudín en Vilvestre, el almezal de Aldeadávila, el alcornocal de Valduyan en Fornillos de Fermoselle, el almezal cercano al Pozo de los Humos en Pereña o el enebral de La Fregeneda.
La vid es el cultivo más extendido. Destacan las catorce bodegas que elaboran los vinos de la Denominación de Origen Arribes en Aldeadávila, Ahigal de los Aceiteros, Fermoselle, Fornillos de Fermoselle, La Fregeneda, Pereña de la Ribera y Villarino. Además de esto, se pueden ver algunas extensiones importantes de olivos en Aldeadávila, Ahigal de los Aceiteros, Fermoselle, La Fregeneda, San Felices, Mieza, Vilvestre y Villarino. Así mismo, quedan varios campos de almendros en Hinojosa de Duero, Mieza, Saucelle y los más importantes en Fermoselle, La Fregeneda y Vilvestre. Los naranjos también tienen presencia en esta misma zona, sobre todo en Vilvestre. Otros cultivos frecuentes pero en menor medida son los perales, los manzanos, los cerezos, las higueras, los ciruelos, los melocotoneros, los albaricoqueros y los limoneros. Los campos del término municipal de Fermoselle, al abrigo de los arribes del Tormes y el Duero, son un ejemplo de lugar donde se hallan todos estos.
Historia y vestigios
Estas tierras han estado habitadas desde hace mucho tiempo aunque en la actualidad la pérdida de población es uno de sus grandes problemas.
Las arribes están situadas al margen de las principales vías de comunicación, sin embargo este hecho no dificultó su poblamiento desde tiempos remotos, jugando incluso un papel notable en determinadas épocas. Los historiadores y arqueólogos nos muestran una continua sucesión y superposición de culturas que con el tiempo han forjado el carácter de este territorio y de sus gentes.
Culturas prehistóricas
Los primeros indicios de poblamiento datan del Paleolítico. El terreno granítico de estas tierras no dio lugar a cuevas y son escasos los refugios naturales, que se reducen a los llamados «palambrios» o «palombreras» (piedra caballera), «sollapas» o «sopallas» o «solapos» (peñas en forma de visera), «rachizos» a los que se dotó de paredes de piedra y cubiertas de ramaje, y a pequeñas oquedades de origen geodinámico (fracturas o fallas) o erosivo como los del Risco en Bermellar, de la Fisga del Diablo en Fariza, del Buraco del Diablo y las Cachas del Culo en Fermoselle, la Casa del Grelo en Mámoles, la Palla Rubia en Pereña y Valcuevo en Torregamones.
Son herencias megalíticas los desaparecidos dólmenes que se situaban junto a la ermita de la Virgen del Castillo en Fariza o los del Prado Polo y del Lumbo de Valdesancho en Lumbrales. Otros dólmenes que sí han perdurado son el de Navalito en Lumbrales y el situado en el pago de La Veiga de Torregamones.
Los primeros asentamientos del Neolítico se diferenciaron poco de los habitáculos del paleolítico. Con el tiempo se desarrollaron los primeros poblados o aldeas, en los que la vivienda se construye de forma redondeada, siguiendo el sistema más fácil, a imagen de los actuales chiviteros, con un muro circular y una cubierta vegetal que finalmente sería sustituida por una falsa bóveda de losas de piedra recubiertas de tierra y césped. A este tipo de vivienda nos remiten los rebajes de muchos de los asentamientos neolíticos, como el del Rincón de las Cabañas de Fermoselle, casi todos situados en las proximidades de los cursos fluviales.
Las muestras de arte rupestre son escasas, destacando entre ellas el yacimiento arqueológico del Castillo de Vilvestre de la Ribera, lugar en el que se hallaron pinturas rupestres y un taller neolítico que algunos expertos consideran el más importante de España. De esta época son también las hachas pulimentadas y pinturas rupestres (denominadas La Procesión) encontradas en la zona del Agua Santa en Saucelle de la Ribera.
Por toda la zona se establecían numerosos altares y santuarios rupestres en los que se daba culto a las divinidades de la naturaleza mediante ofrendas o cruentos sacrificios. Se ha constatado la existencia del santuario de la Peña del Gato en Argañín, el santuario de los monumentos sagrados de Peñatorre y de Peña del Moro en Castro de Alcañices, el santuario de la Virgen del Castillo en Fariza, el santuario de la Mesa de los Curas en La Fregeneda, el santuario de la Peña Gorda en La Peña, el santuario de Nuestra Señora del Castillo en Pereña de la Ribera, el santuario de Valdecadiella en Villalcampo, el santuario de la Peña del Ejido en Villar del Buey, el santuario de San Mamede en Villardiegua de la Ribera, el santuario del Teso de San Cristóbal en Villarino de los Aires y el santuario de El Castillo en Vilvestre de la Ribera.81
Como hallazgos aislados se han encontrado una alabarda de la cultura campaniforme en Fariza y un hacha de talón del Bronce Final en Pino del Oro.
La cultura celta
La cultura celta irrumpe en estas tierras hacia el primer milenio antes de Cristo. Los numerosos castros, verracos, estelas, fíbulas, broches, anillos y cerámicas encontrados nos remiten al pueblo vetón, aunque su presencia al norte del Tormes pudo ser compartida con otro pueblo celta, el vacceo.84
El vestigio más representativo de los vetones son los verracos, unas esculturas de piedra con forma de toro que denotan la importancia del ganado en esta cultura. Se han encontrado uno en La Redonda, dos en Lumbrales, uno en Masueco, uno en San Felices de los Gallegos, seis en Villalcampo y cuatro en Villardiegua. Otro vestigio destacado son los castros, los poblados fortificados propios de la época celta. Existe constancia de su presencia en Barruecopardo (Castro de la Casa de Quiquín), en Bermellar (Castro del Castillo de Saldañuela), en el Teso del Dinero en Cerezal de Peñahorcada, en el cerro de la Ermita de Nuestra Señora del Castillo en Fariza, en el Castillo Moro de Fermoselle, en Hinojosa de Duero (Castro de Cabeza de Moncalvo), en Lumbrales (Castro de Las Merchanas), en el camino de Masueco a Corporario, en Moral de Sayago, en el cerro de la Ermita de Nuestra Señora del Castillo en Pereña de la Ribera, en Saldeana (Castro de El Castillo), en San Felices de los Gallegos (Castro de Castelmao), en Fuenteguinaldo (Castro de Irueña), en Gallegos de Argañán (Castro de El Castillo o La Plaza), en Villalcampo (Castro de Santiago), en Villardiegua (Castro de San Mamede), en Zamarra (Castro de Lerilla), y en el Teso de San Cristóbal de Villarino de los Aires.
La dominación romana
Las calzadas romanas es uno de los legados más característicos del imperio romano. Por el norte existía la que unía Zamora con Pereruela, donde se dividía en la calzada mirandesa y la que se dirigía a Fermoselle, en ambos casos atravesando los arribes. También son testimonio de esta época la multitud de estelas o inscripciones diseminadas a lo largo de todo el territorio. Un ejemplo de ellas son las de Barruecopardo, Fariza,
Hinojosa, Moral de Sayago, Pino del Oro y Villalcampo. Se caracterizan por sus decoraciones curvilíneas, sus signos cruciformes, funerarios o astrales y en algunas ocasiones sus inscripciones en latín. Recientemente ha aparecido una placa de cobre en la que está inscrito un pacto de hospitalidad. Este documento jurídico fue hallado en una prospección del asentamiento minero de Pino del Oro.
La dominación árabe
La presencia árabe fue notoria en los arribes. Existe un tramo de cercas árabes del siglo X junto a la Ermita de la Santa en Aldeadávila así como otros vestigios junto a la ermita de Nuestra Señora del Castillo en Pereña de la Ribera. Sobre todo se conservan numerosas leyendas de vírgenes, tesoros, fortalezas y acoso a doncellas.
Reconquista e integración en el Reino de León
La época clave para la organización demográfica del territorio de Arribes, se da en la Alta Edad Media, cuando se emprende la conquista y repoblación de la zona por parte de los monarcas del Reino de León, reino que surge a partir del Reino de Asturias de Don Pelayo y del que luego se subdividirían y/o desgajarían el Condado de Castilla, el Reino de Galicia y el Reino de Portugal. La repoblación planteó una disposición muy distinta de la actual, basando su desarrollo en el modelo repoblador gallego, que consistía en disponer muchas aldeas de pequeño tamaño y muy próximas entre sí, esquema que a la larga hizo insostenibles a muchas de ellas. En una primera fase bajo el reinado de Ramiro II de León fueron repobladas algunas localidades del entorno como Guadramiro, Ledesma o Peñausende. Sin embargo fueron las posteriores repoblaciones, que vinieron de la mano de los reyes Alfonso VI y Fernando II de León, las que crearon la mayor parte de las localidades actuales.9495 En los pueblos se asentarían en su mayoría colonos asturianos y leoneses aunque también gallegos y castellanos, que trajeron consigo su cultura e idiosincrasia.
La ermita de Nuestra Señora del Castillo, en Fariza, está enclavada sobre un castro con ocupación en época prerromana, romana y medieval.
Según algunos autores, la toponimia nos daría una idea del lugar de origen de éstos, entre los ejemplos castellanos se encontrarían los pueblos de Aldeadávila o Corporario mientras que entre los ejemplos asturleoneses se encontrarían por ejemplo una serie de localidades con nombre de árboles, plantas o frutos en lengua asturleonesa, entre los que figurarían Almendra, Ahigal de los Aceiteros, bautizado «la figal» haciendo alusión a «la higuera», Cerezal de Peñahorcada, cuyo nombre evolucionó de «zrezal», que significa «cerezo», Moral de Sayago o Moralina, referenciando a la morus nigra, o La Zarza de Pumareda, donde «pumareda» significa «campo de manzanos», Gamones o Torregamones que tendría su origen en la presencia de asfódelos o gamones, entre otros. Entre los movimientos más notables de Fernando II de León en la zona fueron la creación del señorío de Barruecopardo en 1177 o la cesión de la gestión de El Abadengo a la Orden de los Templarios, mientras que entre los de su sucesor, Alfonso IX de León, estarían la concesión de carta foral a Fermoselle en 1221. Además, localidades como Saucelle, Saldeana, Barruecopardo, Vilvestre y Cerezal fueron cedidas a la encomienda de Peñausende de la Orden de Santiago.
Con la muerte de Alfonso IX de León en 1230, su hijo Fernando III el Santo, quien ya era rey de Castilla, hereda el Reino de León, pero mantiene sus propias estructuras durante la Edad Moderna, conservando tanto sus instituciones como sus características de organización territorial, lo que se reflejará en la cartografía de los siglos XVI, XVII y XVIII.
Edad Moderna
Claustro del convento de San Francisco, en Fermoselle, actual casa del parque natural de Arribes del Duero en la provincia de Zamora. La llegada de los franciscanos en 1740 fue de gran ayuda para el municipio por la atención espiritual, el socorro material y por crear una escuela de gramática para niños.
A partir del siglo XV, con la reducción de los concejos que tenían derecho a voto en las Cortes de Castilla y León, se empieza a configurar el espacio provincial que separará esta zona en las provincias de Zamora y Salamanca. De este modo, las localidades que hasta entonces dependían de los concejos de Ledesma y Ciudad Rodrigo para el voto en Cortes, pasaron a hacerlo del de Salamanca. Las provincias que se crean para las Cortes de Castilla y León de 1425 hacen frontera en esta zona sobre la base de los límites eclesiásticos que establecieron los monarcas leoneses en la Alta Edad Media al instaurar las diócesis de Zamora y Salamanca, con el río Tormes como frontera entre ambas. El área zamorana de los arribes quedó encuadrada dentro de dicha provincia en el partido de Sayago, mientras que la parte salmantina lo hizo en torno a los partidos de Ledesma al norte y Ciudad Rodrigo al sur. En todo caso, aunque separadas en dos provincias diferentes, las dos partes de las arribes, zamorana y salmantina, siguieron compartiendo una misma pertenencia a la región leonesa.
Edad Contemporánea
La división territorial de España de 1833 reafirmó la división del territorio de Arribes en dos provincias. Las localidades situadas al norte del Tormes quedaron encuadradas definitivamente en la provincia de Zamora mientras que las situadas al sur se recogieron en la provincia de Salamanca, formando parte las dos, junto con la provincia de León, de la Región Leonesa, región de carácter meramente clasificatorio, sin operatividad administrativa, que a grandes rasgos vendría a recoger la antigua demarcación del Reino de León (sin Galicia ni Asturias ni Extremadura).
En 1935 se pone en funcionamiento el primer proyecto hidroeléctrico de la zona, el Salto de Ricobayo, y en 1970 se inaugura el Salto de Villarino. Se termina así la planificación de los Saltos del Duero, un conjunto de presas y embalses que cuenta además con el Salto de Villalcampo (1949), el Salto de Castro (1946), el Salto de Saucelle (1956) y el Salto de Aldeadávila (1963).
El 10 de mayo de 1991 mediante la Ley 8/1991, de Espacios Naturales de la Comunidad de Castilla y León, que recoge y protege legalmente una serie de espacios y lugares naturales entre los que se encuentra el denominado como Arribes del Duero. El 30 de abril de 1992, se inicia el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales, plan que se aprueba posteriormente el 7 de junio de 2001, mediante el Decreto 164/2001, para finalmente, mediante la Ley 5/2002, de 11 de abril, procederse a la declaración del mismo como parque natural.
Demografía
En 2010, la población total de los términos municipales incluidos (total o parcialmente) en la demarcación del parque, era de 16.514 habitantes (INE 2010), mientras que en el año 2000, era de 19.718 habitantes (INE 2000). Desde los años 60 se da una evolución continuamente negativa en el número de habitantes de la zona y es que los jóvenes emigran hacia las ciudades en busca del empleo que en los arribes no encuentran. Como consecuencia de esto apenas se produce relevo generacional, la mayoría de los habitantes que quedan son jubilados.