XE3F8333 - Monasterio de San Millán Suso (Siglo VI) - Monasterie of San Millán de Suso (6th century) (La Rioja, España)

Portaleyo del Monasterio de San Millán de Suso, con los sarcófagos de los siete infantes de Lara de la leyenda (Según la tradición )

Portaleyo of the Monastery of San Millán de Suso, with the sarcophagi of the seven infants of Lara of the legend (According to the tradition)

Los siete infantes de Lara (o de Salas) es una leyenda conocida a partir de textos conservados en crónicas medievales, cuyo testimonio más antiguo figura en la versión ampliada de la Estoria de España compuesta durante el reinado de Sancho IV de Castilla, antes de 1289, editada por Ramón Menéndez Pidal con el nombre de Primera Crónica General.
Ramón Menéndez Pidal encontró indicios de la existencia de un antiguo cantar de gesta desaparecido que reconstruyó parcialmente y dató hacia el año 1000, y que sería, junto con el Cantar de mio Cid y el Poema de Fernán González, uno de los más importantes cantares de gesta de la literatura castellana y el ejemplo más primitivo de épica española. La tradición ha elaborado la leyenda también en el romancero.
Los infantes de Lara eran hijos de Gonzalo Gustioz (o Gustios) y Sancha Velázquez, mejor conocida como «Doña Sancha». La historia gira en torno a una disputa familiar entre la familia de Lara y la familia de Ruy Velázquez y su hermana Doña Sancha. El motivo más destacable es el de la venganza, principal motor de la acción.
Según la versión transmitida por la leyenda contenida en la versión sanchina de la Estoria de España, que podría recoger un antiguo cantar de gesta compuesto hacia el año 990, en el transcurso de las bodas entre Doña Lambra —natural de Bureba— y Rodrigo Velázquez de Lara, más conocido como Ruy Velázquez, y también llamado Roy Blásquez —hermano de Doña Sancha, madre de los infantes—, se enfrentan los familiares de la novia con los de Lara. De ese enfrentamiento resulta muerto Álvar Sánchez, primo de Doña Lambra, a manos de Gonzalo González, el menor de los siete infantes de Lara.
Más adelante Gonzalo González es visto por Doña Lambra mientras se baña en paños menores, suceso que Doña Lambra, al considerarlo una provocación sexual a propósito, interpreta como una grave ofensa. Doña Lambra, aprovechando este lance para vengar la muerte de su primo Álvar Sánchez, que no ha sido satisfecha aún, responde con otra afrenta al ordenar a su criado arrojar y manchar a Gonzalo González con un pepino relleno de sangre, ante la risa burlesca de sus hermanos. Gonzalo reacciona matando al criado de Doña Lambra, que había ido a refugiarse bajo la protección del manto de su señora, que queda asimismo salpicado de sangre.
Estos sucesos provocan la sed de venganza de Doña Lambra. Por ello, su marido Ruy Velázquez urde un plan por el que Gonzalo Gustioz, señor del enclave de Salas, es enviado a Almanzor con una carta cuyo contenido indica que sea matado el portador de la misiva. El padre de los infantes desconoce el contenido de la carta porque está escrita en árabe. Almanzor se apiada de Gonzalo Gustioz y se limita a retenerlo preso, pues considera excesivo el sufrimiento de su cautivo, que es aliviado por una hermana del propio Almanzor. De ambos nace un hijo llamado Mudarra, quien más adelante será adoptado por Sancha Velázquez, su abuela. Años más tarde este hijo, aunque bastardo, vengará, matando a Ruy Velázquez, el crimen cometido a sus hermanastros, ya que los siete hermanos de Lara habían sido dirigidos hacia una emboscada ante tropas musulmanas en la que, a pesar de su valía guerrera, son decapitados y sus cabezas remitidas a Córdoba por órdenes de su tío Ruy Velázquez. Allí serán contempladas dolorosamente por su padre Gonzalo Gustioz en uno de los plantos más emotivos de toda la epopeya castellana.
En la prosificación del cantar, Gonzalo Gustios finalmente es liberado. Justo antes de partir, la hermana de Almanzor, que durante el cautiverio se había acostado con él, le comunica que está embarazada de él (el niño será Mudarra). Gonzalo Gustioz ve aquí una posible vía para vengarse de Ruy Velázquez, así que toma un anillo y lo rompe en dos pedazos, dándole una parte a ella y quedándose él con la otra mitad. Mudarra recibe este medio anillo como herencia, siendo posteriormente reconocido por su padre Gonzalo al juntar las dos partes y ver que encajan perfectamente. En la prosificación del cantar de la Crónica de 1344 o Segunda Crónica General, Gonzalo Gustioz queda ciego con el paso de los años, y al juntar el anillo se produce un milagro: él recupera la vista y el anillo queda unido permanentemente. En opinión de Ramón Menéndez Pidal, la trama secundaria del anillo y su uso para el reconocimiento de padre e hijo, es una de las muchas pruebas del origen germánico de la épica española.
Las prosificaciones de la leyenda existentes en las crónicas alfonsíes utilizaron como fuente un cantar de gesta, hipótesis que se deduce de la abundancia de rimas asonantes y otros rasgos de estilo propios de la literatura épica que permanecen en la prosa de los relatos cronísticos. La existencia de un Cantar de los siete infantes de Lara perdido concita el consenso de los filólogos, pues los versos de la epopeya no fueron excesivamente alterados. De ahí que se hayan podido escribir reconstrucciones bastante fiables a lo que pudo ser el cantar
original. Respecto a esto, Mercedes Vaquero ha rastreado señas de oralidad en los textos prosificados, lo que indicaría que en algún momento hubo un cantar que fue recitado, entonado o cantado.
El Cantar de los siete infantes de Lara o de Salas tiene como marco temporal una situación histórica que remite a la Castilla de hacia 990, lo que ha servido para datar el poema, si bien no toda la crítica acepta que el Cantar fuera compuesto hacia el año 1000, al objetarse que antecediera a los grandes ciclos de la épica francesa, de la que podría ser deudor.
Según Ramón Menéndez Pidal el poema tuvo diversas versiones, algunas muy posteriores a la original. El nombre del cantar sería Los siete infantes de Salas, puesto que no se menciona el nombre de «Lara». En él Doña Lambra está casada con Ruy Velázquez. Este estudioso no asevera que todos los personajes sean históricos. Como elementos poéticos incluye a la infanta mora y el vengador Mudarra.
Alan Deyermond señala que el trasfondo argumental trasluce motivos universales y habituales del folclore, como la carta que ordena la muerte del mensajero (lugar común coincidente con el de Hamlet), el amor de una joven por el prisionero hecho cautivo por su hermano o la ascendencia misteriosa del protagonista.
El crítico anglosajón aprecia que el Cantar de los siete infantes de Lara o Salas reúne un gran valor por la antigüedad y prioridad en su género y por cuanto refleja la que sería la edad heroica del nacimiento y formación de Castilla, periodo que es a su vez el momento de la gestación de la épica en los pueblos. Además, ensalza la enérgica pintura de algunos pasajes, como aquel en que Mudarra amenaza a Doña Lambra y esta intenta buscar protección.
La exhibición de reliquias de los siete infantes de las leyendas y obras literarias ha sido, desde antiguo, empeño de varios monasterios, pues la vinculación con prestigiosos héroes (ya fueran reales o ficticios) proporcionaba a estos establecimientos eclesiásticos un aumento de los recursos económicos y los peregrinos atraídos por los mismos. Así, los pretendidos sarcófagos de los siete infantes de Lara se muestran en el Monasterio de San Millán de Suso, aunque los restos que pretenden ser los de los hermanos asesinados han sido disputados por otros monasterios, como el de San Pedro de Arlanza; también la iglesia de Santa María de Salas de los Infantes afirma guardar sus cabezas, y exhibió mucho tiempo siete cráneos que eran tenidos por los de los siete hermanos; por otro lado, en la Catedral de Burgos se dice que se halla el sepulcro de Mudarra. La disputa por la posesión de reliquias de célebres héroes, conocidos legendariamente, ha sido habitual desde la Edad Media hasta nuestros días.

es.wikipedia.org/wiki/Los_siete_infantes_de_Lara

es.wikipedia.org/wiki/La_leyenda_de_los_siete_infantes_de...(Menéndez_Pidal)

es.wikipedia.org/wiki/Casa_de_las_Cabezas_(Córdoba)

es.wikipedia.org/wiki/Iglesia_de_Santa_María_de_Salas_de...(Burgos)

The Cantar de los Siete Infantes de Lara ("Song of the Seven Lara Princes") is a legend, perhaps derived from a lost cantar de gesta, that relates a tale of family feuding and revenge, centering on the murder of the eponymous seven infantes (princes) of Lara or Salas. The legend survives in prose form in medieval chronicles, the oldest being in the extended version of the Estoria de España (History of Spain) compiled during the reign of Sancho IV of Castile before 1289 (edited by Ramón Menéndez Pidal under the name Primera Crónica General).
From the account found in this chronicle as well as mention in the Crónica de 1344 (Segunda Crónica General) and interpolations into a copy of the Tercera Crónica General dating from 1512, Menéndez Pidal found evidence for the existence of an ancient lost cantar de gesta that scholars have since partially reconstructed, dating back to the year 1000. This work would, along with the Cantar de Mio Cid and the Poema de Fernán González, represent one of the most important epic cantares of Castilian literature, and the most primitive example of the Spanish epic. The legendary tradition of the Infantes de Lara has also been developed though ballads. Some more recent scholars have rejected this, dating the story to shortly before the surviving prose versions.
The Infantes de Lara were the children of Castilian nobleman Gonzalo Gustioz of Lara or Salas and his wife "Doña Sancha" (lady Sancha). The story revolves around a family feud, an escalating tit-for-tat cycle of revenge, between their family and that of Sancha's brother, Ruy Velázquez and his wife Doña Lambra.
According to the version transmitted by the Estoria de España, at the wedding between Doña Lambra, from Bureba, and Ruy Velázquez of Lara, a confrontation arose between the bride's family and the sons of Sancha, the infantes. In this confrontation, Alvar Sánchez, cousin of Doña Lambra, was killed by Gonzalo González, the youngest of the seven Lara princes. Later Gonzalo González is seen by Doña Lambra, having undressed to his undergarments to bathe his goshawk, and Lambra interprets it as an intentional sexual provocation. Taking advantage of this to avenge the death of her cousin Alvar, Lambra orders her servant to strip and humiliate Gonzalo González in front of her brothers, throwing a blood-covered cucumber at him. The irate Gonzalo and his brothers respond by killing the servant at Lambra's feet, spattering her with her servant's blood.
Thirsting for revenge, Lambra and her husband Ruy Velázquez come up with a plan to send the father of the infantes, Gonzalo Gustioz, lord of Salas, as envoy to the ruler of Córdoba, Almanzor, to request money to help pay for their lavish wedding. Unbeknownst to him, he carries a letter that tells Almanzor of Ruy's plans to have the infantes ambushed and murdered, and requesting that their father, letter's bearer, likewise be killed. Ruy Velásquez carries out the ambush of his nephews using Muslim troops and supervises their beheading, sending the severed heads to Córdoba to torment their father. His painful laments for his sons represent one of the most emotional in all of Castilian epic tradition Almanzor takes pity on him and merely has him imprisoned. In the earliest surviving version, a female servant is assigned to tend to him, and they fall in love and have a sexual liaison. In the later version of the Crónica de 1344, she is a sister of Almanzor himself and is offered up to Gonzalo, who takes her by force. She becomes pregnant and has a son named Mudarra González.
Shortly before his release, when Gonzalo Gustioz learns his lover is expecting a child, he sees the opportunity for help in his planned revenge against Ruy Velázquez. He takes a ring and breaks it in two, keeping one half and leaving the other to be given the child, so that later they will be able to recognize each other by matching the two sides. The child, Mudarra González, grows up and goes north to Castile to find his father, and they unite the two halves of the ring, which fit perfectly. The version in the Crónica de 1344 has the aged Gonzalo Gustioz become blind and when the halves of the ring are aligned, he miraculously regains his sight and the ring is permanently rejoined. It is Mudarra, the son born to the captive Gonzalo, who eventually avenges the killing of his half-brothers by murdering Ruy Velásquez and burning Lambra alive.
No manuscript of the Cantar de los Siete Infantes de Lara survives (although Ramón Menéndez Pidal and, to a lesser extent, Erich von Richthofen have reconstructed many of its verses), yet it has had a large influence on later literature. A partial list includes:
The prose rendering of the Cantar in the Primera Crónica General, the Crónica de 1344, and the Crónica de los Veinte Reyes.
Fragments of the Cantar in Romance epics, mostly old Ballads. Six epic romances of the infantes de Lara survive.
Several plays, including:
Siete Infantes, written by Juan de la Cueva in 1579.
El Bastardo Mudarra, written in 1612 by Lope de Vega.
La Gran Tragedia de los Siete Infantes de Lara, written by Alonso Hurtado Velarde between 1612 and 1624.
Los Siete Infantes de Lara, a novel by Manuel Fernández y González, published in 1853.
El Moro Expósito (1834), a poem in hendecasyllable metre by the Duke of Rivas.

en.wikipedia.org/wiki/Cantar_de_los_Siete_Infantes_de_Lara

Taken on: July 13, 2019

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Siete Infantes de Lara

Song of the Seven Lara Princes

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Camera: Fujifilm X-E3, f/undef, 1/125 sec, 8mm (=12mm), ISO 500 (more info) (hide info)

Camera:	Fujifilm X-E3
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Color Space:	sRGB
Software:	Digital Camera X-E3 Ver1.22
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